Historia de Campeche – El nuevo orden : El horizonte postclásico (1000-1517 D.C.)

La destrucción de los grandes estados territoriales a finales del Clásico Tardío provocó una transformación total del panorama político. En lo referente al actual estado de Campeche, la actividad se concentró principalmente en las costas, y el interior permaneció marginado de la actividad, aunque no deshabitado.

La mayor parte de los datos pertenecientes al Horizonte Postclásico en Campeche ha llegado a nosotros a partir de las observaciones de los primeros europeos que visitaron el continente.

Aunque la objetividad de estos relatos en muchos aspectos es dudosa, la arqueología ha permitido ajustar nuestra visión de la última etapa de la civilización maya. A la llegada de los españoles, en el siglo XVI, la península estaba dividida en 16 pequeñas entidades, llamadas en maya cuchcabal y mencionadas como «provincias» por los europeos.

La forma de gobierno no era la misma en todas; en algunas regía de manera absoluta un solo jefe, en otras existía una especie de confederación de jefes menores que tomaban las decisiones. Sabemos que hubo ciertas familias o linajes que llegaron a gobernar de manera absoluta algunas entidades políticas, como Los Canul, Los Pech, Los Cocom, Los Xiu, Los Chel y Los Couoh.

Los límites de estos pequeños territorios son imprecisos, sobre todo al interior. Sus actividades productivas incluyeron la agricultura, la pesca, el tejido, la explotación de la sal, la apicultura y el comercio. Ninguna de estas entidades llegó a ejercer una hegemonía más allá de su jurisdicción, lo cual benefició en última instancia a los conquistadores españoles porque no existió una oposición coordinada a su avance.

El sur del actual estado de Campeche estuvo ocupado por grupos no incluidos dentro de estas «provincias» peninsulares (quejaches y maya chontales), pero tenemos suficientes datos como para caracterizarlos.

La provincia de Ah Canul. La parte noroeste de Campeche perteneció a la entidad llamada Ah Canul, una de las mayores existentes en la península en el siglo XVI.

Ocupaba la planicie costera desde Punta K’opte’, en la costa norte de la península, hasta el Río Homtún, no lejos de la ciudad de Campeche, cubriendo unos 145 Km de costa. Tierra adentro se extendía unos 50 Km. aunque los pueblos conocidos históricamente se encontraban en una faja no mayor de 20 Km. de ancho.

La mayor parte de esta región posee un clima seco y suelos escasos poco propicios para la agricultura. Son frecuentes las sequías y llegan a ser bastante severas. Su nombre se debe a la familia más prominente que la gobernó. Las crónicas de la época de la Conquista nos dicen que llegó a este lugar después de la caída de Mayapán.

La palabra Canul que se deriva de can=serpiente y ul=sufijo equivalente a acostarse o tenderse, y que, según las crónicas, los guardianes de las puertas de Mayapán recibían este apelativo más bien como título, aunque su patronímico fuera otro.

El gobierno de esta provincia se realizaba por medio de una confederación de pueblos, la mayoría de los cuales pertenecía al linaje mencionado. Aunque no tenemos noticias de la existencia de conflictos internos, sabemos que los ubicados en la parte sur tenían una mayor afinidad entre sí que con los del norte. Esta parte que podríamos llamar «Ah Canul del Sur», comprendía desde Maxcanú hasta Tenabo, y tendría su poblado principal en Calkiní.

Las actividades económicas primordiales, además de la agricultura, eran la pesca y la recolección de sal. Esta última se llevaba a cabo en las salinas existentes entre Las Descosidas y Laguna Yaltún, y la producción llegó a ser tan importante que para la época colonial se producían anualmente 27,500 fanegas, lo que equivale a unas 1,375 toneladas. Respecto a la pesca, sabemos que un señor Ah Canul tenía canoas en Jaina.

El Códice de Calkiní nos dice que a Francisco de Montejo, El Mozo, se le entregaron como tributo maíz, pavos, miel y algodón, en su marcha hacia T’ho. Ese último producto llegó a tener cierta importancia.

La provincia de Canpech. Al sur de la provincia de Ah Canul se encontraba Canpech, cuyo territorio comprendía desde el Río Homtún, al norte, hasta el actual poblado de Seybaplaya. Su extensión hacia el este es difícil de definir, aunque sabemos que la gente sembraba milpas en el interior.

Esta jurisdicción poseía buenas tierras para el cultivo de maíz y diversos árboles frutales, además de algodón. Se producía también miel y cera. La sal y el pescado fueron el tributo dado a los españoles. El poblado principal, llamado Cehpech, se componía de unas tres mil casas con paredes de bajareque y techo de palma. Se encontraban más bien dispersas y no presentaban una organización interna.

El nombre dado al poblado y a toda la provincia, que significa «serpiente» (can) y «garrapata» (pech), parece referirse a un templo de mampostera, construido sobre una plataforma en el que se hallaban varias esculturas, entre las que se incluía una serpiente con una garrapata en la cabeza.

Algunos estudiosos afirman que el nombre correcto era «Ah Kin (sacerdote) Pech», pero la descripción de la escultura, ya mencionada, hace más aceptable la etimología «Serpiente garrapata». En cuanto a la densidad de población, si tomamos en cuenta la referencia de tres mil casas para el poblado y utilizamos un promedio de 5 personas en cada una, podríamos aventurar el cálculo de unos 15 mil habitantes, aunque en un censo llevado a cabo en 1549 se indican 5,985 ciudadanos, incluidos todos los pueblos de la provincia.

La provincia de Chakanpotón. Los límites de esta provincia son conocidos con cierta exactitud hacia el norte (Seybaplaya), mientras que al sur y al este son poco definidos. Su poblado principal reviste importancia debido a las variadas referencias que las crónicas hacen de él. Lo mencionan tanto como punto de paso de las migraciones itzáes hacia el norte, como por haber sido su hogar durante varios años. Se dice que Kukulkán, después de fundar y gobernar Mayapán, se detuvo en Champotón en su regreso a México y que para comenzar su visita construyó un templo en el mar como el de Chichón Itzá.*

El nombre original de este pueblo fue probablemente Chakanputún o Chakampotón, cuyo significado sería «sabana del putún». Putún o potón es un nombre aplicado a los grupos maya chontal del suroeste de Campeche y noreste de Tabasco. En el idioma chol «Putún» significa «pacífico». El idioma hablado aquí pareció ser un poco diferente al maya yucateco. Hacia 1588, Fray Alfonso Ponce mencionó que la gente de Campeche hablaba Campechthan, una lengua ligeramente diferente a la mayathan (maya yucateco) y de la que se hablaba en Tixchel, que es otra más diferente llamada putunthan o chontal.

Este poblado parece remontar su existencia hacia el siglo XII, y para el XVI estaba gobernado por un miembro de la familia Couoh. Aunque esta población tuvo indudable importancia según las referencias, para 1531 constaba de unas 8 mil casas de piedra con techo de palma, cifra que parece muy exagerada. También sabemos que estuvo Chakanputún es mencionado como un punto muy importante dentro de las rutas comerciales de la época, tanto la que por la costa recorría toda la península, como la que, siguiendo el Río Champotón, se internaba hacia el corazón de la península.

La pesca también ocupó un renglón importante en la economía, ya que tuvo una flota de dos mil canoas que diariamente salía al mar y, según Diego de Landa, los indios ponían señales en los árboles para mostrar el camino viniendo o yendo de Tabasco a Yucatán. Señorío de Acalán. Uno de los pocos grupos mayas que resistieron el paso del Clásico Tardío al Postclásico, y aún se beneficiaron con él, fue el de los mayas chontales del noreste de Tabasco y suroeste de Campeche.

En efecto, parece ser que, desde el siglo VIII de nuestra era, este grupo aprovechó la posición estratégica de la zona de la Laguna de Términos en los confines de la región maya y, por lo tanto, en el punto donde se reunían los mercaderes que desde el altiplano central traían objetos para intercambio con lo que se producía en las tierras mayas. Lograron paulatinamente controlar las diversas rutas hasta convertirse en verdaderos mercaderes profesionales.

Entre los años 850 y 950 de nuestra era, este pueblo, antes periférico, dominaba parcial o totalmente el norte de Tabasco, el sur de Campeche, Cozumel, Bacalar y Chetumal a lo largo de la costa oriental de la península. Además, durante un breve periodo controló buena parte de la cuenca del Río La Pasión, así como la del Río Belice. Esta intensa actividad comercial y el hecho de estar fuertemente influidos por grupos del centro de México, los ha identificado como los itzáes que, en el siglo X, hacia el año 910 de nuestra era, se establecieron en la Isla de Cozumel.

Cruzaron luego a tierra firme a un lugar llamado Polé, de donde avanzaron tierra adentro conquistando varios centros, entre ellos Chichón Itzá, y facilitando la llegada de un segundo grupo que portaba influencias mexicanas más fuertes y que fue encabezado, según las crónicas coloniales, por Quetzalcóatl-Kukulkán.

El señorío de Acalán es el más conocido de todos los grupos con esta filiación que habitaron la región, hoy aún conocida como «la Chontalpa». Según algunos autores, su capital, llamada Itzamcanak, se encontraba sobre las márgenes del Río Candelaria, en donde ahora se localiza una importante zona arqueológica conocida como «El Tigre», a unos 70 km en línea recta desde su desembocadura en la Laguna de Términos.

Los españoles que la visitaron, en el siglo XVI, la describieron conformada por 900 o mil casas distribuidas ordenadamente en cuatro secciones o barrios. Aunque sabemos que existieron templos, no son descritos por los cronistas. La provincia misma era bastante rica y, según se menciona, contenía setenta y cinco poblaciones. El gobierno era ejercido por un jefe absoluto cuyo cargo era hereditario, y llegó a ser tan poderoso que su hermano dominaba todo un barrio del poblado de Nito, en Guatemala, en donde los putunes de Acalán tenían fuertes intereses comerciales.

Desde el punto de vista estratégico, Itzamcanak estaba demasiado arriba en el Río Candelaria como para construir un buen puerto; por esta razón es posible que Xicalango, situado en el extremo occidental de la Laguna de Términos, constituyera el verdadero puerto de intercambio. Este lugar parece haber constituido el mayor sitio comercial para los aztecas en toda la región. La clase dirigente hablaba náhuatl, mientras que los habitantes nativos, chontal.

Uno de los cronistas menciona una feria en este lugar. Se dice también que los mercaderes mexicas y sus ayudantes ocuparon todo un barrio. Hasta aquí llegaban los comerciantes del altiplano central con sus productos y eran recibidos por los mercaderes mayas.

Los quejaches o mazatecos. Hacia el este del territorio de Acalán existió, durante el siglo XVI, un grupo maya conocido como quejaches o mazatecos. Se asentaron sobre un territorio que podría definirse hacia el norte hasta las lagunas de Mocú y Silvituk; hacia el sur hasta Guatemala, en un punto muy cercano al sitio de Uaxactún, mientras que al oeste hasta un lugar no bien precisado, cercano al antiguo sitio de Calakmul.

La región que ocupó este grupo se puede caracterizar como lacustrina con amplias zonas cenagosas. Las referencias sobre ellos fueron aportadas por Hernán Cortés y Bernal Díaz del Castillo, quienes atravesaron el territorio en viaje a Honduras. Por su lengua y costumbres, los quejaches estaban emparentados con los mayas de Yucatán, y es posible que su separación hubiese tenido lugar a mediados del siglo XV, al ocurrir la destrucción de Mayapán.

Su participación en los conflictos de la península de Yucatán parece haber sido nula, habiendo sido en ellos un grupo marginal. El nombre de este pueblo significa, tanto en maya como en náhuatl, «gente del lugar de venados».

Esto parece deberse a que, según los cronistas, consideraban al venado como su dios. Es probable que antes de iniciar la caza se hicieran ceremonias para «solicitar la venia o permiso» para matarlo, cosa que sucedía con frecuencia en muchos grupos que tenían como dios a un animal muy apreciado en la alimentación.

Los pueblos en los que habitaron estos grupos fueron de escasos habitantes, de no más de 400 a 600 personas cada uno. Se mencionan un total de 10 comunidades muy dispersas y vastas superficies despobladas.

El núcleo principal era llamado Mazatlán (por el rumbo de Silvituk). Pudo haber fungido como la capital, y estaba protegido por fosos, estacas y palizadas con una sola entrada. Esta característica de pueblos-fortaleza se dio en todos los asentamientos de esta región.

Tal parece que entre los quejaches no existía un gran sentido de cohesión’política interna; su unidad descansaba más bien en la idea de un origen común y en la existencia de prácticas y creencias que compartían, tales como pueblos fortificados, el culto al venado, y la manufactura de telas de algodón. Constituían, así, un grupo poco desarrollado, sin autoridad regional y que libraban continuas guerras entre ellos y con sus vecinos.

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