Aproximadamente 50 años pasaron desde que llegaron las copiadoras a las oficinas, aunque físicamente siguen pareciéndose mucho a aquellos antiguos aparatos las características de los últimos modelos digitales pueden ser importante riesgo para la seguridad de la información.
En entornos gubernamentales o empresariales se maneja información especialmente delicada y suele ser una práctica habitual evitar que dicha información sea manejada informáticamente, lo que quiero decir es que no sea almacenada o transmitida en computadoras que estén conectados a internet. No es extraño que un documento se redacte en un sistema aislado, se imprima en soporte papel y sea manipulado únicamente en este formato. El problema es que cuando se vuelve necesario distribuir dicha información a otras personas, entonces se suele recurrir a la vieja y buena maquina fotocopiadora. No es extraño por ello que incluso en instalaciones específicas donde se maneja información confidencial y están prohibidos los sistemas informáticos se disponga de uno de estos aparatos de oficina.
Los servicios de espionaje no han sido ajenos a estas realidades y ya desde la misma introducción de las fotocopiadoras las han convertido en objetivos. En los años 60 la CIA al percatarse que las embajadas soviéticas en los países occidentales habían incorporado esta tecnología llegaron a un acuerdo con Xerox para infiltrar a falsos técnicos que instalaran microcámaras en las fotocopiadoras usadas por los rusos. De esta forma al tiempo que el técnico en cuestión realizaba sus visitas periódicas cambiando los consumibles también extraía y renovaba la película fotográfica instalada que copiaba todo lo que pasaba por la maquina.
Esta operación en nuestros días seria con toda posibilidad mucho más fácil, ahora todas las fotocopiadoras incorporan características que permitirían este tipo de espionaje sin necesidad siquiera de modificar el hardware.
Las fotocopiadoras modernas además de modestas fotocopias, escanean, imprimen y hasta generan ficheros pdf ellas solitas. Realmente son «sofisticados servidores de impresión» y cuentan con conexión a la red, normalmente mediante una tarjeta ethernet. También necesitan un sistema de almacenamiento y cuentan con discos duros para almacenar temporalmente los datos. Y he aquí uno de los primeros problemas, que sucede con dichos datos mientras la impresora está desatendida, ¿se vigila acaso con las mismas medidas de seguridad que una computadora con información clasificada? Y lo que es más grave, que sucede con estas impresoras cuando se reparan o se descartan por un nuevo modelo.
Esta última cuestión fue tratada hace unos meses un reportaje de investigación de la cadena norteamericana CBS, en el reportaje además de explicar cuáles son los riesgos realizan una experimento real comprando un grupo de fotocopiadoras usadas. Tras recuperar los datos contenidos en los discos duros, la cantidad y sensibilidad de la información que consiguen extraer es sorprendente.
Actualmente las modernas fotocopiadoras también pueden ser usadas por personal interno para filtrar al exterior documentos, ya que los modelos recientes son además maquinas de fax, y los más avanzados incluso permiten mandar correos electrónicos con los documentos escaneados en forma de adjuntos.
Un caso real muy sonado es el caso de espionaje Ferrari-McLaren. Todo empezó cuando la esposa de Mike Coughlan, jefe de diseño de McLaren, lleva un dossier robado a una copistería cerca de Woking, sede de McLaren, pero tiene la mala suerte de que el empleado de la tienda es seguidor de Ferrari. Al ver el contenido del dossier decide llamar por teléfono a Maranello, Italia y se destapa todo el escándalo.